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Hace 128 años nacía el clásico rioplatense

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Ilustración que refleja el fútbol del siglo XIX.

Cuando uruguayos y argentinos se enfrenten el 31 de agosto, camino a Rusia, estarán actualizando un duelo que iniciaron futbolistas británicos en el lejano 1889.

Es nuestro deseo que éste, el primer partido de football association que creemos que se haya jugado entre Buenos Aires y Montevideo, no sea el último, sino el antecedente de una larga serie de confrontaciones entre las repúblicas rivales”, escribió The Standard, diario de la colectividad británica en Argentina, tras el primer partido rioplatense, el 15 de agosto de 1889.

Fue un amistoso y reunió solo a jugadores ingleses residentes en ambas orillas del Plata. Y sin embargo, cuando el 31 de agosto uruguayos y argentinos vuelvan a enfrentarse por la clasificación para Rusia 2018, no harán sino actualizar una vieja rivalidad, heredada del antagonismo deportivo de las dos capitales, más allá de las camisetas celeste y albiceleste.

La prehistoria del clásico del Río de la Plata se escribió en el siglo XIX, en los tiempos en que los súbditos de la reina Victoria se embarcaban bajo los sones del Rule Britannia, la antigua canción patriótica, y salían a los mares a conquistar o comerciar, y a menudo las dos cosas juntas. En sus andanzas llegaron Argentina y Uruguay, donde establecieron empresas comerciales, ferroviarias, financieras, agropecuarias. También sus propias escuelas y clubes.

Los sábados hacían una pausa para dedicarse a singulares actividades lúdicas, que la prensa local llamaba “pic nics de los ingleses”, pero en realidad eran juegos como nunca antes habían visto los criollos. Uno de ellos parecía absurdo, con extrañas vestimentas, guantes y palos. Sin embargo, sirvió de excusa para el nacimiento de instituciones de inmediato arraigo en su ambiente, como el Buenos Aires Cricket Club y el Montevideo Cricket Club.

En el último tercio del siglo XIX se difundió otro divertimento, en el cual dos bandos rivalizaban por una pelota. Y cuando alguien la encontraba, la enviaba lejos de una patada. Football, le decían, y a diferencia del “absurdo” cricket, terminaría conquistando a los criollos. Ese proceso de enamoramiento recién estaba comenzando, cuando hace ahora 128 años los británicos de ambas orillas del Plata disputaron el primer partido internacional en América del Sur y seguramente uno de los primeros del mundo fuera de las Islas Británicas.

Las confrontaciones deportivas rioplatenses nacieron con el cricket, a partir del encuentro que tuvo lugar los días 9 y 10 de abril de 1868 entre el Montevideo C. C. y el Buenos Aires C. C. en la cancha original del primero, ubicada en la avenida 8 de Octubre, donde hoy se levanta el Hospital Militar. En Argentina ya se jugaba al fútbol, pues un año antes se había fundado el Buenos Aires Football Club, primera institución sudamericana de este deporte. En Uruguay habría que esperar hasta 1878 para que se midieran en dos partidos futbolistas criollos contra ingleses.

En 1889, la actividad futbolística ya era relativamente intensa en el Río de la Plata, aunque se concentraba en clubes o colegios de la colectividad británica. Si bien en Argentina aparecieron varias entidades que pronto se sumaron a este deporte, en Montevideo el grueso de la actividad la desarrollaban el Montevideo Cricket y el Montevideo Rowing.

Cuando el Cricket fue desalojado de su primitivo campo por el inicio de las obras del Hospital Militar, se mudó a un predio cercano, en la actual calle Cardal casi Luis Alberto de Herrera. Uno y otro fueron conocidos como La Blanqueada, por el barrio donde se asentaban. La inauguración de la nueva sede en aquel año ´89, que coincidía con el septuagésimo cumpleaños de la reina Victoria, era un buen argumento para organizar una competencia más ambiciosa.

Así, el Cricket y el Rowing unieron sus fuerzas para formar un Montevideo Team y recibir a un Buenos Aires Team (integrado solamente por jugadores del Buenos Aires F.C.). La fecha elegida fue el 15 de agosto, feriado en ambas orillas por tratarse del Día de la Asunción de la Virgen María. Los visitantes terminaron ganando 3 a 1, según las crónicas coincidentes de los diarios The Standard de Buenos Aires y The River Plate Times de Montevideo.

No fue posible establecer si entre los 22 futbolistas alguno había nacido en estas tierras. Es probable que no, pues las instituciones participantes eran recelosas de la presencia criolla. En todo caso podrían haber sido hijos de ingleses. La noche previa, las dos delegaciones concurrieron al Baile de los Bachilleres, realizado en el Hotel Nacional. La crónica del Times indica precisamente que “muy pocas familias locales” fueron invitadas al acontecimiento.

El partido. Aunque el baile terminó cerca de las tres de la mañana y el jueves 15 amaneció muy frío, al otro día estaban los equipos en La Blanqueada seguidos por numeroso público, incluso varias damas. La lluvia de la noche anterior ablandó el terreno de juego, lo cual le ocasionó inconvenientes al equipo local: varios de sus integrantes se presentaron con calzado sin barras (antecesores de los tapones), por lo que abundaron los resbalones. El Times fustigó esta imprevisión.

Se aclaró en los anuncios que sería un partido under Association rules, es decir bajo las reglas del fútbol asociación, que ya se había diferenciado del rugby para tomar un camino definitivo y diferente. Igual es difícil imaginar un juego todavía carente del tiro penal o la presencia de los umpires en el campo y el árbitro exterior al mismo.

The River Plate Times presentó las alineaciones divididas en un jugador en el goal, dos backs, tres half backs y cinco forwards. En otras palabras, el esquema de 2-3-5, que durante muchos años sirvió para delinear las formaciones e incluso atribuir los números de las camisetas, sobre todo en Uruguay. Por el B. Aires Team jugaron Carmichael; Crowe, Paton; M. Mac Adam, Moser, Phillips; Guy, Morgan, Hughes, Alexander, Tudor. Por el Montevideo Team: Donovan; H.C. Alexander, C. Jefferies; R. Marshbank, C.E. Jewell, A. Davie; Scoones, F.B. Faran, Poole, R. Harris, R.Penfold.

Desde el principio, los británicos porteños demostraron un mayor dominio de los secretos del fútbol, mientras los británicos montevideanos jugaban juntos por primera vez. De cualquier manera, en el conjunto anfitrión estaba William Leslie Poole, un profesor de inglés que con el tiempo sería considerado “el padre del fútbol uruguayo” (ver aparte).

“El juego, desde el comienzo, estuvo bastante más de un lado y el cuero se mantuvo casi todo el tiempo en territorio de Montevideo, debido a la destreza superior de los visitantes y el buen juego de los delanteros, en comparación con los del equipo anfitrión. Debemos, sin embargo, remarcar que ambos lados tienen mucho que aprender al respecto”, comentó el diario montevideano, escrito en inglés.

El primer tiempo se cerró con un 2 a 0 favorable a Buenos Aires, con goles de Alexander y Guy. A poco de comenzada la segunda parte llegó el tercero, a través de Hughes. Luego, en base más que nada a entusiasmo, Montevideo consiguió su gol por medio de Offrey Scoones. Este futbolista, según el Times, “mostró a los espectadores lo que el fútbol podría llegar a ser si los equipos estuvieran compuestos íntegramente por hombres experimentados como él”. En su tierra natal, Scoones había defendido a Oxford.

En el análisis individual, el periódico destacó en el Buenos Aires Team un tiro de Guy como “first class”, mientras que Moser mostró “un claro buen juego como half back” y Paton “nunca perdió su remate”. En el Montevideo Team, el remate de Alexander fue importante, pero Jefferies y Poole estuvieron “bastante descoloridos”.

“La visita fue tratada con la ya conocida hospitalidad que siempre nos han brindado nuestros amigos del ‘Monte’”, anotó The Standard, que añadió su deseo de que aquel partido no fuera el último.

Por supuesto, no fue el último. Estos clásicos se repitieron hasta 1894, con sedes alternadas en las dos capitales del Plata y siempre con el triunfo de los británicos “argentinos”. La posta la tomaron después los clubes criollos y, ya en el siglo XX, los seleccionados nacionales, en una rivalidad que hizo crecer el fútbol en las dos orillas hasta llevarlo a consagrarse, en Ámsterdam 1928 y Montevideo 1930, como el mejor del mundo.

Jorge Gallego, argentino, y Luis Prats, uruguayo, son socios del Centro para la Investigación de la Historia del Fútbol (CIHF) y prepararon esta nota con un relevamiento histórico simultáneo en Buenos Aires y Montevideo

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